“Lo vano”, de Rubén Salas, es una fábula de nuestro tiempo, la narración de unos hechos horrendos en un escenario apocalíptico provocado por el afán de acumulación exclusivo de la ‹inteligencia› humana. La Gran Ciudad se debate entre la supervivencia y la destrucción total en un nuevo paradigma infligido por un cambio climático anunciado desde hace décadas e ignorado y menospreciado por una raza incapaz de tomar medidas adecuadas cuando todavía se está a tiempo. El consumismo, la competitividad inhumana y el siempre querer más a pesar de lo que ya se tiene, desembocan en un colapso de proporciones inimaginables. De manera paralela a lo que sucede en la urbe, en plena decadencia y descomposición, resurge el ámbito rural, donde tendrán lugar los episodios más inverosímiles e inesperados. La trama de la novela queda sabiamente tejida usando dos materias primas: por un lado, la historia de un hombre maduro que, desencantado de la civilización urbana, se retira a un pequeño lugar apartado de todo; por otro lado, las peripecias de un exitoso, triunfante ejecutivo que ha logrado todas sus metas sin escrúpulos de consciencia ni contemplaciones. ¿Como reaccionará cada uno ante lo que se les viene encima?
